4/19/2011

OmbligO: LOurdes

Si a cada persona le llega el momento de poner en juego sus creencias a ella le sucedió al toparse con Opistodomo.
La hija de una madre soltera; católica hasta límites criminales, como suele suceder con las personas que necesitan perdonarse grandes tragedias; Lourdes sufrió los embates de la culpa dogmática. Al llegar a la adolescencia su madre abrió enormes tajos en sus piernas para recordarle que debía mantenerlas cerradas. Con quince años, indefensa antes los ataques de la frágil cordura materna, con una anemia crónica, Lourdes tuvo sus contados momentos felices junto a Eva, quien fuera desde los ocho años su mejor amiga, y desde los veinte su novia. Eva, alegre, desenfadada, una hedonista intuitiva por excelencia, intentó, desde que fueron conciente de ello, arrancar de su amada la noción del Dios que juzga y castiga, que observa y culpa. Pero como bien sabrá todo aquel que haya crecido entre misas y oraciones, esas cosas no pueden obviarse nunca. Ambas se dieron por satisfechas al lograr que Lourdes en lugar de temer a Dios, sencillamente lo odiara.


Al cumplir los veinte años Lourdes y Eva declararon su amor ante sus familias. La madre de Lourdes, decidió a los pocos meses irse a vivir España, con su familia paterna, dejándole a su hija la casa, y la "libertad para continuar con una vida de pecado y vergüenza", según aclaró en una nota. Una vez sola en su casa, dejó que sus vicios, mismos que había cultivado junto a Eva desde niñas, crecieran sin censura alguna, hasta que llegaron a ocupar cada momento de su rutina diaria. En las pantallas de su casa siempre podía verse alguna película pornográfica, el hedor a alcohol era constante y; constantemente tomaba las pastillas que le suministraba un insistente pretendiente que conoció en su breve etapa satanista ("los tres meses más ridículos de tu vida", le confesó Eva una noche después de haber cenado). Por estas y algunas otras razones, que son tan válidas e intrascendentes como cualquiera Eva y Lourdes se fueron separando.

Se despertó, una madrugada, con los sentidos embotados y las manos entumidas, como solían amanecer, para percatarse de que se había quedado sola. Sola con su odiado Dios.




1 comentario:

Mina Ai dijo...

Ash ps yo lo amo porque me hiso bella bella y bien sincera jajajaja no me importaria quedarme a solas con el y menos si le da por convertir el agua en vino =D