Eva, dos años mayor que Lourdes, es ese tipo de personas que sencillamente tenés que querer. No importa dónde fuese, llamaba la atención. No porque se esforzara en hacerlo, su naturaleza era atractiva, jovial. Sin distinción de sexo o edad, cautivaba a las personas con su modo de hablar, su sonrisa y desparpajo. Pocos llegaron a comprender cómo esta mujer, cuyo lenguaje es, en todos sus aspectos la voluptuosidad, podía encontrar algo que valorar en Lourdes, quien en muchas formas era la completa negación del ser. Así, durante años tacitamente las ocurrencias de esta joven hedonista fueron aceptada y valoradas por su amante. Así, durante años, Eva se desvivió por hacer bullir en le pecho de su amada, algo parecido a la felicidad.
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