11/19/2010

El Dragón Dormido II

Como un susurro arrumbado en un alma subterránea comenzó su discurso.
14-  “Venimos del gran círculo rojo, allí donde todo se justifica y todos salen justificados.
Sea aquel día funesto, cuando arribamos  al clásico salón dorado
Llevando esta historieta que mi amigo por incontables días ha cargado.
Eran nuestras intenciones entrevistarnos con los altos estetas consumados,
15-  Aquellos que dictan la belleza, elevan a los artistas y destierran a los artesanos
Del alto grado de la creación divina, aquellos que hablan el presente y leen el pasado.
Esperamos siete días y siete noches bajo el domo, bajo la belleza antigua. Esperamos por ellos.
Y ellos aparecieron, entre pompas y discursos; con doce manifiestos se presentaron.
Rodeados por doce santos tullidos por ellos santificados. “Somos, porque así lo decimos”.

Así se presentaron y esperaron nuestras reverencias que por ignorancia y no por desacato
Malamente realizamos. “Altos estetas consumados que habitáis el gran círculo rojo,
Hemos venido vestidos de humildad para solicitar de vuestra gracia su toque santificado.
Esta es la obra que ofrecemos a sus grandes y eternos anaqueles”. Dije y quedé esperando.
Tomaron la historieta lentamente con guantes blancos. La hojearon uno a uno y uno a uno nos miraron.
“Sabed caballeros”, dijo uno de los doce, que como ninguno estaba primorosamente ataviado,
“que la pieza que nos habéis traído rebosa de simpleza y voluntad; si se quiere de entusiasmo.
16-  Más le falta la intención de ser arte santificado, de innovar, de buscar la vida y lo profundo.
Somos los altos estetas consumados, en nuestros ojos vive la historia. Escribimos el pasado,
Elegimos de todas las ramas una. Aquí, bajo el domo todo árbol es columna para sostenernos en lo alto”.

Así habló uno de los doce y a sus palabras le siguieron resonando bajo el gigantesco domo,
Otras tantas, serviles en forma y tono; imagen falsa de un punto muerto.
17-  Los altos estetas consumados se retiraron al llegar el silencio al gran círculo rojo,
Los doce santos tullidos por ellos santificados imitaron sus pasos y allí nos dejaron.
Enviaron en su retirada a un heraldo tuerto vestido con harapos buscando de nosotros
Ni el agrado, ni la complacencia. Pidió solo el reconocimiento.
“No habrá nada que caiga fuera del discurso que mis señores, rezan y riman a su antojo.
A ellos todas las lenguas le son propias y son propios en todos sus juicios, ya que están exentos
De  toda censura. Mas la suya, dentro de los infinitos muros de esta catedral, ofrece a vosotros
Y su obra un cuarto que se ajusta a la modestia que les es propia”,  Así habló el heraldo.


Fue extraño aquel día, y al recordarlo me sonroja la incoherencia, ya que habiendo arribado a destino.
No dimos crédito a las palabras consagradas, mismas que durante meses ansiamos.
Junto a la historieta, también portábamos una tácita certeza: este perfecto equilibrio
Entre dibujo y literatura merece más que un cuarto perdido  entre los catedráticos pasillos.
Partimos del gran círculo rojo, donde todo se justifica y todos salen justificados
Dejando al heraldo con su reverencia pendiente, y un cuarto de la catedral vacío.
¿Acaso un hombre debe aceptar menos de lo que su espíritu ha prometido?
¿Acaso hay hombre más digno que aquel que cuida de cada palabra su puro significado?
¿Es menos estandarte una bandera si es acaso todo lo que visto?
Nos recibió noviembre, tan húmedo como siempre, nos recibió la incertidumbre y el encono.

No habiendo más que camino por delante, lo tomamos.
Dejamos tras el horizonte el gran círculo rojo. Cruzáronse con nosotros
18-  En esta nueva jornada, otros tantos peregrinos. Marchaban todos a un paso, en pos
De aquella bendición que sólo los estetas brindan. Gracia que otorga el valor
Que requiere cada nueva obra. Valor requerido y satisfecho con placer por los seres alados
Que de a cientos moran entre las gargantas pétreas cinceladas en las altas torres Nosotros marchamos.
Por incontables caminos a quien quisiera ver enseñamos nuestro tesoro. A quien pudiera con sensato juicio
Hablar, preguntamos dónde hallar las palabras ciertas y sinceras que definan nuestra cruzada es su justo valor
Y fue tras las muchas tristezas y fatigas que el camino brinda al humilde caminante que nos topamos,
En el meridiano del día séptimo, con una hiena bien asida por un rústico cepo de ébano.
Y hablo la bestia, de esta manera después de escuchar nuestro enredado relato.
19-  “¡Ay de vosotros los hombres! Las palabras tejen laberintos en sus redondas cabezas.
Heme aquí, prisionero de este cepo de ébano, y aún así soy más libre que vosotros.
¡Acallar las mofas¡ Al momento intentaré, ya que luego de haber escuchado, sé que les espera un largo camino.
Para bendecir la obra que llevan y rodearla con palabras que expliquen su justa valía, no debéis buscar a un sabio.
20-  Pues ellos están siempre en el curso de la historia y son ciegos a lo que acaba de suceder.
Buscad al hombre Santo y dibujado, por él mismo santificado.
Buscadlo en el sur, perdido en los bosques inciertos, pertrechado con un saco negro
Y cargando con siniestro pulso un estoque traicionero y fino.
Sólo entonces hallaran las palabras que reclaman para vuestro tesoro.
Adviértoles una cosa, mi extraño dúo desesperado, antes de retomar el camino
sabed que aquel hombre perdido, singular y anónimo
no podrá ofrecer mas que palabras y razones. No será concedido a la historieta
que por incontables días han cargado, anaquel alguno que la resguarde con lo eterno.
No será tampoco alimento apetecible para aquellos seres alados, negros y corvos
Que moran entre las torres catedráticas, cautivos sin saberlo de los grandes estetas consumados.
Ahora marchaos, huelo a mi pobre verdugo dando sus últimos pasos, viene a matarme. Marchamos,
Pues no quiero que la sangre de este cerdo salpique sus ropajes cuando de un seco dentellazo
abra su gaznate. Marchaos, y al encontrar al hombre santo decidle que la hiena envía sus saludos.
Decidle que aún conservo su regalo, que lo llevo entre los dientes y resuena cada noche, desde enero
Hasta diciembre. Así habló la hiena que descansaba en un rústico cepo de ébano.
Y es así que hasta aquí nos trajo el camino, donde termina la jornada. Esperamos vuestro juicio”

El hombrecillo calvo quedose en silencio contemplando ansioso a su eterno compañero,
Quien con sacra devoción desenfundó la historieta que durante incontables días había cargado.
Extendió sus brazos, que mucho no se extendieron, ofreciéndome con sobrado orgullo aquel simple tesoro.
-Es en verdad misteriosa la fascinación que causa.- dije al sostenerla entre mis manos.
Os diré, antes de comenzar con la oratoria que no soy ni por esfuerzo, ni por título
Un sabio en la materia. Sé de aquello que he leído todo lo que mi razonamiento
Pudo descifrar. Aquello que instruyeron en mi y lo que yo supe escoger de todo lo que veo.
Más esperad un momento y seguid mis pasos unos pocos metros.
El sol ha menguado y el ponto encrespado a lo lejos despertará a los viejos espíritus.
¿Escucháis el rugido espumoso abatirse contra las rocas? Es la tierra bramando su grandeza.
Venid, a manos llenas les pido su confianza para internarse en los laberintos
Que los árboles, sin más ley que la primera, supieron construir en los tiempos primigenios.
Seguimos caminando ya los tres por un sendero improvisado,
Dispuesto yo en ánimo a explicar mis pareceres y ellos a escucharlos.
-Aquí, sobre estas rocas estaremos tranquilos, y podremos ver la parábola perfecta
De la luna en su camino. Buscad comodidad, ya que el relato nos llevará hasta el alba.
21-  El arte, que al fin de cuentas es todo lo que esto incuba, es un dragón gimiendo,
Oculto y devorando el mundo a la vista de todos.  Sabio y un poco sádico
El destino colectivo quita de nuestra conciencia racionalizada aquello
Que alguna vez nos separo del resto de la creación. ¿Seremos quizás todos
Juntos y por separados partes de Aquel Que portaba la luz y cayo de la gracia de Dios
22-  Al buscar en nuestras mentes la creación? No somos parte del mundo, pues buscamos
23-  Crear uno propio Más deleznable con cada revolución del globo, Más pequeño
Con cada cría que nace. Mas detener el espiral eterno de mis deliros debo

2 comentarios:

Fernanda Bermejo dijo...

Que es esto? de donde salio?!

Es muy bello, me gusta mucho lo que dice y como lo dice. Me recuerda un poco a "Asi habla Zaratustra" en la forma en que esta escrito.

Gracias por compartirlo!

Anónimo dijo...

Así habla el Santa, un genio.